En su condición de viuda de Manuel «Macho» Camacho y madre de una chica y un mocetón, Doña Celsa decía con frecuencia a sus vecinas lo angelical que era su yerno Javi, porque éste solía llevarle el desayuno a la cama a su Mari Luz los domingos por la mañana.
A su vástago, por el contrario, lo llamó calzonazos en la intimidad de su propia cocina, una vez que lo pilló fregando unos platos ya que su mujer estaba agotada de los niños y a punto de romper aguas de su cuarto embarazo.
-¡Sé hombre y date a respetar!- le ordenó airada- ¡Quita y dame aquí ese estropajo, antes de que tu padre se remueva en su tumba!…
febrero 28, 2017 at 5:41 pm
Aquí habla la voz arcaica y certera de muchas generaciones…
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febrero 28, 2017 at 9:01 pm
Nada hay más machista que algunas madres…Un saludo
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